Por. Yael Natalia Mendez Chaparro
Como seres humanos tenemos la capacidad de indagar acerca de lo que ocurre en el Universo, nos atrae la idea de lo desconocido y buscamos la forma de darle una explicación coherente a lo “extraño”, rigiéndonos por las leyes de la naturaleza que conocemos. Dentro de esa curiosidad innata, se encuentra contemplado el viaje espacial y el destino de toda la vida en la Tierra producto de esa exploración.
Como seres humanos tenemos la capacidad de indagar acerca de lo que ocurre en el Universo, nos atrae la idea de lo desconocido y buscamos la forma de darle una explicación coherente a lo “extraño”, rigiéndonos por las leyes de la naturaleza que conocemos. Dentro de esa curiosidad innata, se encuentra contemplado el viaje espacial y el destino de toda la vida en la Tierra producto de esa exploración.
El viaje espacial implica transcender las fronteras de lo conocido y enfrentarse a todo un Universo de posibilidades. Desde 1998 la Estación Espacial Internacional, es el objeto más grande que se encuentra orbitando la Tierra y gracias a su construcción, ha habido presencia humana en el espacio permanentemente.
La Estación Espacial Internacional se encuentra a una distancia aproximada de 400km de altura de la Tierra. Esta distancia parece corta, si vamos de un lugar a otro en la Tierra. Viajar desde Colombia a Venezuela, recorriendo esta misma distancia, nos llevaría a trascender la frontera de dos países pero esto no implica que las condiciones medioambientales, físicas y químicas cambien notablemente si hablamos de cultivar una planta; claro está, si no estamos hablando de un ambiente extremo en estos dos lugares.
Cultivar una planta en la Estación Espacial Internacional es todo un desafío, pues las condiciones son hostiles para el desarrollo de la vida en el espacio. En el 2014, el proyecto Veggie fue entregado a la estación en la misión de reabastecimiento del SpaceX, llevando una provisión de semillas de lechuga romana y Zinnias. Veggie, ha sido desarrollado por científicos de la NASA para implementar sistemas de producción de agrícola, los cuales son monitoreados por sus astronautas. El objetivo de este proyecto es que en próximas misiones espaciales se puedan cultivar los alimentos de la tripulación. El desarrollo de este tipo de investigaciones no solo beneficia a viajeros espaciales sino que tiene aplicaciones en la Tierra como la optimización de recursos en los cultivos, aumento y crecimiento de la biomasa, lo cual puede beneficiar al ciudadano promedio que quiera tener sus propios cultivos en casa. Las semillas de lechuga fueron cultivadas y en agosto de 2015 fueron degustadas por la tripulación.
Pero quiso el destino que la primera flor que dejara la cuna de toda la vida conocida en el Universo no fuera una exótica orquídea o una rebosante rosa, sino una humilde flor común, una Zinnia, quizá como señal de que el destino del viaje espacial esta manos hasta del ser humano más común. El pasado mes de enero el astronauta Scott Kelly dio a conocer una fotografía de la primera florescencia en la Estación Espacial Internacional. Se trató de una Zinnia, una planta que fue escogida para crecer en el espacio porque su tiempo de crecimiento era mayor a las otras plantas como lechuga. El hecho de conseguir que una flor crezca en condiciones de microgravedad, es el primer paso para que se puedan cultivar plantas como los tomates, que tienen un aporte nutricional mayor a la dieta de los astronautas. La NASA planea enviar semillas de tomate en el 2018.
http://www.independent.co.uk/news/science/astronauts-celebrate-as-flower-blooms-in-the-zero-gravity-of-space-a6818381.html
http://www.nasa.gov/image-feature/first-flower-grown-in-space-stations-veggie-facility
http://www.nasa.gov/mission_pages/station/research/news/flowers
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